Antecedentes de caso

Antecedentes de caso

Una mujer de 72 años de ascendencia del norte de Europa presenta pérdida parcial de la visión en el ojo derecho. Refiere cefalea bitemporal desde hace varias semanas, acompañada de dolor y rigidez en el cuello y los hombros. La revisión de los sistemas es positiva para fiebre baja, fatiga y pérdida de peso. En el examen físico, hay dolor a la palpación del cuero cabelludo sobre las áreas temporales y engrosamiento de las arterias temporales. El examen funoscópico revela la palidez del disco óptico derecho. El rango de movimiento bilateral del hombro es limitado y doloroso. No hay sinovitis ni dolor a la palpación de las articulaciones periféricas. No hay broncos carotídeos ni subclavios, y la presión arterial es normal e igual en ambos brazos. El resto de la exploración no arroja hallazgos relevantes.

Otras presentaciones

Cuando están presentes, los síntomas de claudicación y diplopía de la mandíbula son predictores poderosos de un resultado positivo de la biopsia de la arteria temporal.[1] Las manifestaciones neurológicas pueden ocurrir, aunque con poca frecuencia, y pueden incluir accidente cerebrovascular, accidente isquémico transitorio o neuropatía. Los síntomas de las vías respiratorias son poco comunes, pero pueden incluir tos o dolor de garganta. En raras ocasiones, puede haber dolor dental, dolor de lengua o infarto de lengua. Una persona mayor puede presentar un nuevo dolor de cabeza. Además, algunos pacientes que tienen predominantemente polimialgia reumática pueden tener evidencia sutil de ACG que podrían pasar desapercibidas.[2] En raras ocasiones, la ACG puede presentarse como una enfermedad sistémica inexplicable o fiebre de origen desconocido con niveles elevados de marcadores inflamatorios sin dolor de cabeza, claudicación de la mandíbula, rigidez de la cintura escapular o de la cadera o alteraciones visuales.

Los pacientes con estenosis de vasos grandes (alrededor del 10 % al 15 % de los pacientes) pueden presentar claudicación de (generalmente) las extremidades superiores, presión arterial asimétrica o disminución del pulso.[3] En raras ocasiones, la afectación de los vasos de las extremidades inferiores da lugar a claudicación de la pierna.[4]

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