Monitorización

Dado que el tratamiento de la enfermedad de injerto contra huésped (EICH) implica el uso de regímenes inmunosupresores multimodales agresivos que pueden conducir rápidamente a complicaciones potencialmente mortales, la monitorización estrecha es esencial para permitir el reconocimiento y la intervención tempranos, y para optimizar el cuidado global brindado a los pacientes.

La frecuencia de la monitorización y el seguimiento en el entorno ambulatorio puede variar entre una vez a la semana y una vez al día. El diagnóstico de la EICH se basa en las manifestaciones clínicas; por lo tanto, el seguimiento debe incluir una exploración física regular y repetida, que abarque todos los sistemas de órganos relevantes, y la historia de intervalos.

Se han publicado recomendaciones sobre el seguimiento y las terapias auxiliares y de apoyo.[80][82][172]​​​[173]

El NIH recomienda monitorizar en forma serial todos los sistemas de órganos potencialmente afectados por la EICH o su tratamiento en personas en riesgo al menos una vez al año durante 5 años después de un trasplante de células hematopoyéticas (TCH).[172] El alcance y la frecuencia de la monitorización deben individualizarse según la indicación clínica, con una monitorización más frecuente recomendada especialmente para personas con EICH activa, en particular durante periodos de alto riesgo (p. ej. disminución gradual o aumento del tratamiento) y para las personas que participan en ensayos clínicos.[172]

Las recomendaciones específicas de los NIH incluyen:[172]

  • Revisiones con evaluación de síntomas (incluidos los síntomas psicosociales) y revisión de la medicación (cada 3 meses)

  • Exploración física (cada 3 meses como mínimo)

    • Peso (adultos: cada 3 meses; niños: cada 1-3 meses)

    • Estatura (adultos: cada 12 meses; niños y adolescentes: cada 3-6 meses)

    • Evaluación nutricional (adultos: cada 3-6 meses; niños: cada 1-6 meses)

    • Puntuación de madurez sexual mediante la estadificación de Tanner (niños y adolescentes: cada 6-12 meses)

    • Evaluación del desarrollo (niños y adolescentes: cada 3-6 meses)

  • Monitorización de laboratorio

    • Recuento completo de células sanguíneas con diferencial (cada 3 meses)

    • Perfil de bioquímica sanguínea, incluidas pruebas de función hepática y renal (cada 3 meses)

    • Monitorización de fármacos terapéuticos (cada 3 meses)

    • Nivel de IgG (cada 1-3 meses hasta la normalidad, independientemente del reemplazo)

    • Lipidograma (cada 6 meses durante el tratamiento con corticosteroides o sirolimus)

    • Índices de hierro (cada 6-12 meses si se requieren transfusiones de eritrocitos o si se documentó anteriormente sobrecarga de hierro)

    • Pruebas de función pulmonar (cada 3-6 meses)

    • Evaluación de función endocrina, por ejemplo, pruebas de función tiroidea, densitometría ósea, niveles de calcio y 25-OH vitamina D (cada 12 meses).

  • Evaluaciones de subespecialistas

    • Oftalmología (cada 3-12 meses)

    • Evaluación dental y vigilancia del cáncer bucal con exploración integral de tejidos blandos y duros (radiografías según indicación), cultivo, biopsia o fotografías de lesiones (según indicación clínica) e higiene dental profesional (cada 6 meses)

    • Dermatología con evaluación de grado y tipo de afectación cutánea, biopsia o fotografías (según indicación clínica)

    • Ginecología para afectación vulvar o vaginal (según indicación clínica)

    • Tratamiento físico con evaluación de rango de movimiento (cada 3-12 meses si hay características escleróticas presentes)

    • Pruebas neuropsicológicas (cada 12 meses, según indicación clínica)

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