Pronóstico

La enfermedad renal crónica (ERC) es en su mayoría progresiva y conduce a una enfermedad renal en etapa terminal y a la necesidad de tratamiento de reemplazo renal (es decir, diálisis, trasplante).

La diabetes y la presión arterial alta (PA) son las principales causas de enfermedad renal en etapa terminal en adultos. En los EE. UU. en 2020, casi 808,000 personas vivían con enfermedad renal en etapa terminal: el 69% en diálisis y el 31% con un trasplante de riñón.[8]

La esperanza de vida de los pacientes con enfermedad renal terminal se reduce significativamente. El trasplante confiere una ventaja significativa de supervivencia sobre la terapia de diálisis de mantenimiento, debido principalmente a la reducción del riesgo de muerte cardiovascular. Para los pacientes que comenzaron la diálisis o recibieron un trasplante de riñón en 2018, la supervivencia a 5 años fue del:[190]

  • 40.7% para pacientes en hemodiálisis

  • 42.5% para pacientes en diálisis peritoneal

  • 80.3% para pacientes que reciben un trasplante de donante fallecido

  • 91.5% para pacientes que reciben un trasplante de donante vivo.

La ERC es un fuerte factor de riesgo cardiovascular. Los pacientes con ERC tienen un mayor riesgo de enfermedad cardíaca, insuficiencia cardíaca, accidente cerebrovascular y muerte prematura. La mayoría de los pacientes con ERC morirán antes de requerir terapia de reemplazo renal.[191]​ Debido al deterioro de la función renal, se desarrollan complicaciones, como anemia e hiperparatiroidismo, que pueden contribuir al empeoramiento de la enfermedad cardiovascular y a la osteodistrofia renal, respectivamente. El control glucémico se correlaciona directamente con el desarrollo de la nefropatía diabética y la rapidez del avance hacia la nefropatía en fase terminal.[15] Existen evidencias de que el uso de inhibidores del cotransportador de sodio-glucosa tipo 2 (SGLT2) previene resultados renales importantes (p. ej., diálisis, trasplante o muerte por enfermedad renal) en personas con diabetes de tipo 2.[99] Además, la evidencia sugiere que los inhibidores de SGLT2 tienen un beneficio renoprotector para los pacientes, independientemente del estado de la diabetes.[192][193][194]​​​​

La optimización del control de la presión arterial con el uso de IECA o fármacos antagonistas de los receptores de la angiotensina II y la reducción de la proteinuria pueden retrasar la tasa de avance a la enfermedad renal terminal y la eventual necesidad de tratamiento de reemplazo renal.

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