Discusión con el paciente
Los pacientes se benefician de la instrucción en torno a su enfermedad y a la terapia. En particular, los anticoagulantes confieren un riesgo de sangrado, y los pacientes perciben que es beneficioso educar a los pacientes sobre los signos y síntomas del sangrado, evitar los fármacos concomitantes que aumentan el riesgo de sangrado (como los antiinflamatorios no esteroideos [AINE]) y ser juicioso en la elección de las actividades con riesgo de lesión.[310][311] Al igual que con todos los tratamientos médicos, es beneficioso enfatizar la importancia del cumplimiento para optimizar los resultados.
warfarina
La educación del paciente es esencial antes de iniciar la administración de warfarina. Los pacientes deben ser informados sobre el uso adecuado de la warfarina, la necesidad de una prueba periódica de coagulación de la sangre (relación internacional normalizada [INR]) y la necesidad de un seguimiento periódico.
La dosificación y la monitorización de la warfarina difieren de muchos otros fármacos.
La warfarina dificulta la coagulación de la sangre y, por tanto está asociada a un riesgo de sangrado.
El efecto del fármaco se mide con el INR.
La dosis de warfarina frecuentemente cambia con el paso del tiempo, y las dosificaciones que varían según el día de la semana son muy comunes (p. ej., 4 mg los días lunes, miércoles, viernes y domingo; 5 mg los días martes, jueves y sábado).
La dosificación se suele referir a la dosificación semanal, dadas las fluctuaciones diarias de la dosis.
Los valores deseados u objetivo del INR suelen variar entre 2 y 3.
El INR debe comprobarse (monitorizarse) con frecuencia, con análisis de sangre, a menudo una o dos veces por semana hasta que se alcance la dosis estable, y posteriormente con un intervalo prolongado (4-12 semanas).
Se debe instruir a los pacientes sobre cómo manejar una dosis olvidada (el enfoque puede variar según el gestor de warfarina).
Los pacientes deben tener muy clara la dosis diaria de warfarina y los colores de sus diferentes comprimidos de warfarina.
Un organizador de píldoras puede ser útil.
Muchos fármacos interactúan con la warfarina.
Se debe informar al médico/profesional de salud que supervisa el tratamiento con warfarina, siempre que se inicie la toma de un nuevo fármacos (p. ej., un fármaco recetado o sin receta, un suplemento o una terapia a base de hierbas) por primera vez, o cuando se deje de tomar un fármaco actual o se ajuste la dosis. Los AINE deben evitarse o usarse con extrema precaución bajo la supervisión de un médico.
Incluso los fármacos que no afectan a la warfarina ni alteran los niveles de INR pueden aumentar el riesgo de sangrado a través de las interacciones farmacodinámicas (AINE, inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina).
Los cambios en la dieta pueden afectar al INR.
La ingesta de alimentos con altas cantidades de vitamina K (p. ej., espinacas, brócoli) puede afectar especialmente al INR; es aceptable comer cualquier cantidad de verduras o alimentos con alto contenido en vitamina K, siempre que la ingesta sea constante de una semana a otra.
El alcohol debe consumirse con precaución y solo en pequeñas cantidades. Se debe evitar el consumo excesivo de alcohol en todos los pacientes que toman anticoagulantes.
Debe evitarse el zumo de pomelo.
Evitar las actividades de alto riesgo.
Deben evitarse las actividades que conlleven un alto riesgo de traumatismo o sangrado grave o, si no es posible, deben tomarse precauciones de seguridad adicionales.
Anticoagulantes orales directos
Los anticoagulantes orales directos (DOAC) no requieren una monitorización por parte del laboratorio de ensayos de coagulación. Varios fármacos pueden interactuar con los DOAC, provocando un aumento del riesgo de sangrado o de trombosis (p. ej., primidona, amiodarona, diltiazem, verapamilo, rifampicina, fenitoína, fenobarbital, AINE).[311][312] Las interacciones suelen estar mediadas por la enzima citocromo P450 (CYP450) y/o la glucoproteína de permeabilidad transportadora (P-gp).[312]
Los pacientes con embolia pulmonar subsegmentaria y sin trombosis venosa profunda proximal en las piernas que tienen un riesgo bajo de tromboembolismo venoso recurrente deben ser informados sobre los signos y síntomas clínicos de trombosis progresiva a los que deben estar atentos y la necesidad de una reevaluación si estos están presentes.[19]
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