Cribado

Existe consenso en que no se recomienda el cribado rutinario de la deficiencia de vitamina D en la población general (es decir, en ausencia de factores de riesgo o síntomas).[4][112][113]​ Esto se refleja en la declaración del Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de EE. UU. (USPSTF), que concluye que no hay evidencia suficiente para evaluar los beneficios y daños del cribado en adultos asintomáticos.[114]

La orientación clínica sobre los exámenes de detección en los grupos de riesgo alto varían.[4][81][115]​ La orientación reciente en EE. UU. (2024 Endocrine Society) y en el Reino Unido (NICE) sugiere que la detección rutinaria de la deficiencia de vitamina D (medición sérica de 25-hidroxivitamina D) no es necesaria para la mayoría de las personas sanas con factores de riesgo habituales de deficiencia. En cambio, esta orientación recomienda que las estrategias de prevención, como la exposición regular y efectiva al sol y la suplementación empírica con vitamina D en algunos grupos, sigan siendo importantes para mantener niveles adecuados de vitamina D.[4][81] Véase el apartado Prevención primaria.

Algunas guías de práctica clínica de EE. UU. recomiendan pruebas de cribado de rutina para los adultos mayores (de >50 años).[84]​ El American College of Obstetricians and Gynecologists (ACOG) afirma que no se recomienda pruebas de cribado de rutina de la deficiencia de vitamina D en el embarazo, pero se puede considerar para las mujeres con alto riesgo, como las vegetarianas, las de piel oscura, las que viven en latitudes septentrionales o las mujeres que usan ropa que limita la exposición a la luz solar.[115]

Además, aunque no es una recomendación basada en guías de práctica clínica, algunos expertos recomiendan el cribado rutinario de 25-hidroxivitamina D sérica para las personas sanas dentro de otros grupos de alto riesgo de deficiencia de vitamina D, como las personas con piel más oscura, las que tienen síndromes de malabsorción, las que están institucionalizadas o expuestas a un mínimo de luz solar, aquellas con obesidad y las que toman determinados fármacos con o sin receta, incluidos los glucocorticoides, anticonvulsivos, medicamentos antiepilépticos, tratamiento antirretroviral (TARV) de gran actividad, rifampicina o hierba de San Juan.[3][15][26][74]​​​[76][90][91][113]

Una de las razones para el cribado de los grupos de alto riesgo es ofrecer un tratamiento individualizado, como la suplementación adecuada con vitamina D para alcanzar los niveles objetivo, con una remedición posterior si es necesario.

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