Discusión con el paciente
A los niños y personas jóvenes con diabetes mellitus de tipo 2 (DMT2) y a sus familias o cuidadores se les debe ofrecer un programa continuo de educación desde el diagnóstico. Esto debe incluir la importancia de controlar los niveles de glucosa, incluido el logro y el mantenimiento de los objetivos de glucosa y hemoglobina A1c (HbA1c).[102] Se debe informar a los pacientes de que un nivel objetivo de HbA1c del 6.5% (48 mmol/mol) o inferior minimizará el riesgo de complicaciones a largo plazo; sin embargo, los objetivos de HbA1c deben individualizarse para cada paciente, teniendo en cuenta factores como sus actividades diarias, sus objetivos vitales individuales, sus complicaciones y sus comorbilidades.[1][102]
Se debe dar consejos sobre cómo y cuándo tomar las mediciones de glucosa en sangre capilar (autocontrol). Aquellos pacientes a los que se les ofrece una monitorización continua de la glucosa deben recibir información sobre cómo utilizar su dispositivo.[102] Los pacientes tratados con insulina necesitan controlar la glucemia con más frecuencia (antes de las comidas y antes de acostarse) que los pacientes que toman fármacos orales, y deben ser educados sobre la necesidad de ajustar la dosis de insulina según la composición de las comidas.[1] También se les debe enseñar la administración de insulina (incluidos los sitios de inyección rotativos dentro de la misma región del cuerpo).[102] Las personas que toman fármacos orales, como la metformina, deben ser informadas sobre los beneficios y los posibles efectos adversos de estos medicamentos.[102]
Los pacientes y sus cuidadores deben recibir consejos sobre cómo la dieta, la actividad física y las enfermedades intercurrentes afectan los niveles de glucemia.[102] Hay que enseñar a aquellos que reciben insulina a identificar rápidamente los signos y síntomas de la hipoglucemia (es decir, temblores, irritabilidad, hambre, sudoración, taquicardia, cambios de ánimo, confusión, mareos). Véase el apartado Hipoglucemia diabética.
Los pacientes y cuidadores deben recibir asesoramiento con respecto a la nutrición óptima y al ejercicio por parte de un dietista titulado.[1][102] Se les debe advertir que seguir una dieta saludable, aumentar la actividad física y reducir el peso corporal pueden reducir los síntomas de la DMT2, reducir el riesgo cardiovascular, promover la pérdida de peso y potencialmente conducir a la remisión de la DMT2.[102] Se debe aconsejar a todos los niños de más edad y adolescentes no fumar; tenga en cuenta que esto incluye no usar cigarrillos electrónicos o vapeo.[1] Se deben incluir las asesorías sobre abandono del hábito de fumar como un componente rutinario del cuidado de la diabetes. Los pacientes también deben ser examinados para detectar el consumo de sustancias y alcohol en el momento del diagnóstico y con regularidad a partir de entonces.[1] Dado que el consumo de alcohol tiene implicaciones para el manejo de la glucemia y la seguridad en las personas jóvenes con diabetes, se debe educar a los pacientes sobre los riesgos y se les debe aconsejar que reduzcan el consumo de alcohol si es necesario. Se debe aconsejar a todos los pacientes que no consuman cannabis de forma recreativa en ninguna de sus formas.[1]
Los pacientes y cuidadores también necesitan recibir educación sobre la monitorización y el tratamiento de otras complicaciones frecuentes (es decir, hipertensión, dislipidemia, aumento de la eliminación de albúmina en orina). Se les debe aconsejar que se sometan a exámenes dentales y revisiones oculares regulares.[102]
La transición a los servicios de atención sanitaria para adultos es un periodo crítico para los jóvenes con diabetes, y suele producirse en un momento en el que cada vez son más responsables de su propia atención. Este suele ser un periodo asociado a una menor estabilidad glucémica, y puede asociarse a un empeoramiento de los resultados de la diabetes.[1] Por lo tanto, es importante que los equipos interprofesionales de diabetes pediátrica y de adultos empiecen a preparar a las personas jóvenes para la transición a la atención sanitaria de adultos en la adolescencia temprana, incluyendo la oferta de soporte y recursos para los jóvenes adultos en transición.[1] Los especialistas pediátricos en diabetes deben asociarse con los jóvenes con diabetes y sus cuidadores para participar en la toma de decisiones compartida con respecto al momento de la transferencia a un especialista en diabetes para adultos; no hay un límite de edad específico para la transferencia.[1]
La Endocrine Society, en colaboración con la American Diabetes Association y otras organizaciones, ha desarrollado herramientas de transición para los médicos y para los adolescentes y sus familias. Endocrine Society: Transitions of care: managing pediatric to adult transitions of care Opens in new window
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