Complicaciones

Complicación
Calendario
Probabilidad
A largo plazo
medio

La enfermedad renal crónica es una complicación conocida de la diabetes mellitus de tipo 2 (DMT2) en los adultos. La nefropatía resulta de la hipertensión y la homeostasis anormal de la glucosa. No se conoce el riesgo en niños y adolescentes, aunque existen estudios que indican que hay evidencia de una nefropatía precoz que aparece en el momento del diagnóstico o rápidamente después del diagnóstico en personas jóvenes con DMT2 y que parece ser más frecuente que en los pacientes con diabetes de tipo 1.[115][116]​ Una auditoría del Reino Unido encontró que el 21% de los niños y personas jóvenes con DMT2 tenían un aumento moderado de la albuminuria (anteriormente conocida como microalbuminuria) o un aumento grave de la albuminuria (anteriormente conocida como macroalbuminuria).[26]​ Otro estudio mostró que la prevalencia de albuminuria moderadamente aumentada en adolescentes con DMT2 aumentó con el tiempo, independientemente del tratamiento para la diabetes que se utilizara.[112] El riesgo de albuminuria moderadamente aumentada se relacionó con el control glucémico.

La evaluación de la función renal con una prueba de la relación albúmina/creatinina en orina y la tasa de filtración glomerular estimada (TFG estimada) debe realizarse en el momento del diagnóstico y, a partir de entonces, anualmente.[1] Se debe confirmar un aumento del cociente albúmina/creatinina en orina (>3 mg/mmol [>30 mg/g]) de creatinina en dos de tres muestras.[1]​​

En los jóvenes con diabetes e hipertensión, se recomienda un IECA o un antagonista de los receptores de la angiotensina II para aquellos con un cociente albúmina-creatinina urinario moderadamente aumentado de 3-29 mg/mmol (30-299 mg/g) de creatinina y se debe considerar para aquellos con cociente urinario de albúmina/creatinina >30 mg/mmol (>300 mg/g) de creatinina y/o TFG estimada <60 mL/min/1.73 m².[1]​ Debido a los posibles efectos teratogénicos, las personas en edad fértil deben recibir asesoramiento reproductivo, y los IECA y los antagonistas de los receptores de la angiotensina II deben evitarse en las personas en edad fértil que no utilizan métodos anticonceptivos fiables.[1]​ La derivación a un nefrólogo está justificada si la etiología es incierta, en presencia de un empeoramiento de la relación albúmina/creatinina, o si se presenta una disminución del TFG estimada.[1]

A largo plazo
medio

La evaluación de los jóvenes con diabetes de tipo 2 para la MASLD (anteriormente llamada enfermedad del hígado graso no alcohólico) mediante la medición de los niveles de aspartato transaminasa y alanina aminotransferasa debe realizarse en el momento del diagnóstico y anualmente a partir de entonces. Debe considerarse la derivación a un gastroenterólogo, en caso de elevación persistente o empeoramiento de las transaminasas.[1]

A largo plazo
baja

La retinopatía es una complicación a largo plazo de la diabetes mellitus de tipo 2 en adultos. El riesgo en niños y adolescentes aumenta en algunas razas o grupos étnicos, con valores de hemoglobina A1c (HbA1c) más altos, mayor resistencia a la insulina, hipertensión e hiperlipidemia.[114]

Las causas incluyen hipertensión y control glucémico deficiente.

Debe realizarse una fundoscopia dilatada en el momento del diagnóstico y, posteriormente, una vez al año en la mayoría de los pacientes.[1]​ La exploración cada 2 años puede ser una medida adecuada si se cumplen los objetivos glucémicos y el examen oftalmológico anterior es normal.[1]

Retinopatía diabética

variable
alto

La enfermedad cardiovascular es la causa principal de morbilidad y mortalidad en la diabetes. Para reducir el riesgo cardiovascular, deben controlarse y abordarse de forma agresiva la presión arterial, los lípidos, la glucosa y los antecedentes de tabaquismo (incluidos el vapeo y los cigarrillos electrónicos).[1][111]​ La esperanza de vida y el exceso de riesgo de enfermedad cardiovascular y muerte son más altos para los más jóvenes en el momento del diagnóstico.[26]​ Una auditoría del Reino Unido encontró que el 46% de los niños y personas jóvenes con diabetes mellitus de tipo 2 (DMT2) tenían la presión arterial en el rango hipertensivo.[26]​ Otro estudio demostró el aumento de la prevalencia de la hipertensión en adolescentes con DMT2 a lo largo del tiempo, independientemente del tipo de tratamiento utilizado para la diabetes.[112] El estudio determinó que están en mayor riesgo de hipertensión las personas de sexo masculino y con un índice de masa corporal más elevado.

La presión arterial debe medirse en el momento del diagnóstico y en cada visita de seguimiento, y compararse con los estándares adecuados para la edad y la estatura.[1] La monitorización ambulatoria de la presión arterial debe considerarse seriamente si la presión arterial es alta (presión arterial ≥90 percentil para edad, sexo y altura o, en adolescentes de ≥13 años, ≥120/80 mmHg) en tres mediciones separadas.​ Después de descartar la hipertensión secundaria, el tratamiento de la "presión arterial elevada" (definida por la American Diabetes Association [ADA] como la presión arterial del percentil 90 al <95 para la edad, el sexo y la altura o, en adolescentes de ≥13 años, 120-129/<80 mmHg) es la modificación del estilo de vida centrada en la nutrición saludable, la actividad física, el sueño y, si corresponde, el control del peso. Si se confirma la hipertensión clínica (definida por la ADA como la presión arterial ≥percentil 95 para la edad, el sexo y la estatura o, en adolescentes de ≥13 años, ≥130/80 mmHg), se deben iniciar IECA o antagonistas de los receptores de la angiotensina además de la modificación del estilo de vida.[26]​ Debido a los posibles efectos teratogénicos, las personas en edad fértil deben recibir asesoramiento reproductivo, y los IECA y los antagonistas de los receptores de la angiotensina II deben evitarse en las personas en edad fértil que no utilizan métodos anticonceptivos fiables.[1]

variable
alto

La enfermedad cardiovascular es la causa principal de morbilidad y mortalidad en la diabetes. Para reducir el riesgo cardiovascular, deben controlarse y abordarse de forma agresiva la presión arterial, los lípidos, la glucosa y el tabaquismo (incluidos el vapeo y los cigarrillos electrónicos).[111]​ Una auditoría del Reino Unido encontró que el 29% de los niños y personas jóvenes con diabetes mellitus de tipo 2 (DMT2) tenían un colesterol total en sangre de 5 mmol/mol [193 mg/dL] o más.[26]​ Otro estudio determinó que la dislipidemia y los marcadores de inflamación cardiovascular elevados son comunes en niños y adolescentes con DMT2 y empeoran a lo largo del tiempo.[113] El estudio determinó que el tratamiento de la diabetes no controla este riesgo de empeoramiento.[114]

La American Diabetes Association aconseja que los objetivos óptimos son el colesterol de lipoproteínas de baja densidad (LDL) <2.6 mmol/L (<100 mg/dL), el colesterol de lipoproteínas de alta densidad (HDL) >0.91 mmol/L (>35 mg/dL) y los triglicéridos <1.7 mmol/L (<150 mg/dL).[1]​ Si los lípidos son anormales, el tratamiento inicial debe consistir en optimizar la glucemia y la terapia nutricional médica para limitar la cantidad de calorías de las grasas al 25%-30% y las grasas saturadas a <7%, limitar el colesterol a <200 mg/día, evitar las grasas trans y tratar de que aproximadamente el 10% de las calorías provengan de grasas monoinsaturadas.[1]​ En el caso de los triglicéridos elevados, la terapia nutricional médica también debe centrarse en disminuir la ingesta de carbohidratos y aumentar los ácidos grasos omega-3 en la dieta.[1]

Si el colesterol LDL se mantiene >3.4 mmol/L (>130 mg/dL) después de 6 meses de intervención dietética, iniciar el tratamiento con estatinas, con un objetivo de LDL <2.6 mmol/L (<100 mg/dL).[1]​ Debido a los posibles efectos teratogénicos, las personas en edad fértil deben recibir asesoramiento reproductivo, y las estatinas deben evitarse en las personas en edad fértil que no utilizan métodos anticonceptivos fiables.[1]

Si los triglicéridos son >4.7 mmol/L (>400 mg/dL) en ayunas o >11.6 mmol/L (>1000 mg/dL) sin ayuno, optimizar la glucemia e iniciar el tratamiento con fibratos, con un objetivo de <4.7 mmol/L (<400 mg/dL) en ayunas para reducir el riesgo de pancreatitis.[1]

variable
alto

Los trastornos respiratorios del sueño (TRS) abarcan un rango de alteraciones respiratorias que se producen durante el sueño. Estos trastornos incluyen apnea obstructiva del sueño, apnea central del sueño y respiración periódica. Los TRS se encuentran con frecuencia en pacientes con diabetes de tipo 2; una investigación reciente demuestra que la probabilidad es independiente de la obesidad.[119]

Los síntomas de la apnea del sueño deben detectarse en cada visita de seguimiento.[1]​ En presencia de síntomas, puede estar indicada la derivación a un especialista del sueño para su evaluación y la realización de un polisomnograma.[1]

variable
alto

En una auditoría realizada en el Reino Unido en 2022/2023, se evaluó que el 41% de los niños y personas jóvenes con diabetes mellitus de tipo 2 (DMT2) necesitaban apoyo psicológico adicional fuera de las clínicas de los equipos multidisciplinarios.[26] Además, en un estudio basado en registros, el 40% de las hospitalizaciones ocurridas en personas jóvenes con DMT2 estaban relacionadas con afecciones de salud mental.[120]

La falta de apoyo entre pares, herramientas educativas y recursos para este grupo se han destacado como posibles factores contribuyentes, y la mayoría de estos recursos se centran en la diabetes de tipo 1 o DMT2 en adultos mayores.[26]​ En las charlas clínicas con niños y personas jóvenes con DMT2, el estigma emergió como un tema clave, así como la dificultad para explicar la enfermedad o seguir consejos de estilo de vida cuando se enfrentan a los aspectos prácticos de la vida diaria, vinculados a las expectativas de socialización con los compañeros y la familia.[26]

La American Diabetes Association (ADA) recomienda el uso de herramientas estandarizadas y validadas adecuadas para la edad para detectar la angustia de la diabetes, los síntomas depresivos y los problemas de salud conductual en los jóvenes con DMT2, prestando atención a los síntomas de depresión y trastornos alimentarios, y remitiéndolos a un profesional de la salud conductual cualificado cuando esté indicado.[1]

variable
medio

La hipoglucemia ocurre con un nivel de glucemia <3.9 mmol/L (<70 mg/dL).[1]​​ Es poco frecuente en niños con diabetes mellitus de tipo 2 (DMT2), pero debe considerarse en pacientes que reciben insulina. Es necesario enseñar a los pacientes a identificar rápidamente los signos y síntomas (p. ej., temblores, irritabilidad, hambre, sudoración, taquicardia, cambios de humor, confusión, mareos).[1]

El tratamiento de la hipoglucemia debe aumentar el nivel de glucemia en aproximadamente 3-4 mmol/L (54-72 mg/dL). Esto se puede lograr administrando aproximadamente 0.3 g/kg de carbohidratos de acción rápida por vía oral, lo que equivale a 9 g de glucosa para un niño de 30 kg y 15 g para niños de >50 kg.[110]​ Se prefiere glucosa pura (es decir, tabletas de glucosa). Si esto no está disponible, el paciente debe ingerir cualquier forma de alimento que contenga carbohidratos que contengan glucosa.[1] Quince minutos después del tratamiento, el paciente o el cuidador deben volver a comprobar la glucemia y, si persiste la hipoglucemia, deben repetir el tratamiento. Una vez que el patrón de glucemia muestra una tendencia al alza, el paciente debe ingerir una comida o un tentempié, para evitar la reaparición de la hipoglucemia.[1]

Los pacientes tratados con insulina necesitan monitorizar la glucemia con más frecuencia (antes de las comidas y antes de acostarse) que los pacientes que reciben fármacos por vía oral. La American Diabetes Association recomienda que se ofrezca la monitorización continua de la glucosa a los niños y adolescentes con DMT2 que reciban múltiples inyecciones diarias, o bombas de insulina, y que sean capaces de utilizar el dispositivo de forma segura (por sí mismos o con un cuidador).[1]​ La Endocrine Society recomienda utilizar la monitorización continua de glucosa para pacientes con diabetes de tipo 2 que toman insulina y tienen riesgo de hipoglucemia.[94]​ Se debe ofrecer educación estructurada a todos los pacientes diabéticos con riesgo de hipoglucemia (p. ej., aquellos que reciben insulina).[94]​ El desconocimiento de la hipoglucemia, o uno o más episodios de hipoglucemia de nivel 3, debe desencadenar la educación para evitar la hipoglucemia y la reevaluación y el ajuste del plan de tratamiento para disminuir la hipoglucemia.[1]

El glucagón debe prescribirse a todos los pacientes que toman insulina o con alto riesgo de hipoglucemia, y se debe utilizar según sea necesario.[1]​ Los cuidadores, el personal escolar o los familiares que presten soporte a los niños deben saber dónde está y estar informados de cuándo y cómo administrarlo.​[110]

variable
medio

Los pacientes con diabetes son más propensos a padecer infecciones, en especial en la piel y las vías urinarias. La hiperglucemia pone en riesgo las defensas del cuerpo contra las infecciones bacterianas y la normalización de la glucemia reduce este riesgo.

variable
medio

Enfermedad inflamatoria crónica de las encías que destruye los tejidos de soporte de los dientes (el periodonto).[102]​ La evidencia actual sobre la diabetes y la enfermedad periodontal es de calidad variable.[117]​ Un metanálisis de 23 estudios de cohorte o transversales realizados entre 1970 y 2003 determinó que la enfermedad periodontal era de mayor gravedad pero del mismo alcance en personas con diabetes en comparación con las personas que no padecían diabetes.[118]

La educación de las personas con diabetes debe incluir la explicación de las implicaciones de la diabetes, en particular de la diabetes mal controlada, para la salud oral, especialmente la enfermedad de las encías. Los pacientes con diabetes deben seguir las recomendaciones locales para el cuidado dental diario de la población general y (si el acceso lo permite) deben visitar a un profesional dental periódicamente para chequeos de la salud bucal.[102]

variable
medio

El síndrome del ovario poliquístico se asocia con la resistencia a la insulina. Las adolescentes con diabetes mellitus de tipo 2 (DMT2) deben ser evaluadas para detectar síntomas de síndrome del ovario poliquístico en el momento del diagnóstico y en revisiones posteriores, con análisis clínicos cuando esté indicado.[1]​ Es probable que la metformina, además de la modificación del estilo de vida, mejore la ciclicidad menstrual y el hiperandrogenismo en las mujeres con DMT2.[1]

variable
baja

Ocurre con insulinopenia.

La hidratación, el tratamiento con insulina intravenosa y la corrección de las alteraciones electrolíticas son importantes para que el tratamiento sea exitoso.

variable
baja

Ocurre con la deshidratación.

La hidratación, el tratamiento con insulina intravenosa y la corrección de las alteraciones electrolíticas son importantes.

Alto riesgo de mortalidad en niños.[109]

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