Prevención primaria

El desbridamiento agresivo del tejido desvitalizado y la reparación del suministro vascular comprometido reducen en gran medida la frecuencia de la gangrena gaseosa en las heridas profundas contaminadas. Se debe evitar la adrenalina (epinefrina) intramuscular, la aplicación prolongada de torniquetes y el cierre quirúrgico de heridas traumáticas. Los pacientes que tienen fracturas abiertas presentan un riesgo particular de gangrena gaseosa si la herida se cierra quirúrgicamente. Los pacientes que tienen heridas contaminadas deben recibir antibióticos profilácticos.[5] El National Institute for Health and Care Excellence de Reino Unido recomienda los apósitos de presión negativa PICO para las heridas de incisión quirúrgicas cerradas, con el fin de disminuir las infecciones del sitio quirúrgico y los seromas.[37] Estos no están disponibles en los Estados Unidos.

En el caso de pacientes que presentan evidencia de una infección de tejidos blandos localizada y agresiva, la exploración quirúrgica inmediata de ese sitio es de extrema importancia para determinar si hay un proceso necrosante. Lo mismo sucede con pacientes que tienen características locales más leves asociadas a la toxicidad sistémica grave.[5]

Los principales factores modificables en la prevención primaria de la gangrena isquémica son la evitación y el abandono del tabaco, el control de los lípidos y el colesterol, el control estricto de la glucemia en los pacientes diabéticos, el control de la hipertensión, el ejercicio regular y la evitación de la obesidad, y los chequeos médicos periódicos, junto con intervenciones oportunas y adecuadas si comienza a desarrollarse la isquemia.

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