Antecedentes de caso

Antecedentes de caso #1

Un hombre de 60 años con antecedentes de diabetes, hipercolesterolemia y tabaquismo grave durante más de 20 años acude a la consulta con una historia de 3 semanas de aumento de dolor en su antepié izquierdo, lo que afecta su capacidad para caminar e interrumpe su sueño. En la exploración física, el pie izquierdo está pálido, frío, sin vellosidad y los dos dedos laterales del pie están negruzcos y descoloridos. No se palpan pulsos pedios y solo se pueden detectar con una sonda Doppler.

Antecedentes de caso #2

Un hombre de 56 años con antecedentes de diabetes mellitus mal controlada y alcoholismo se presenta con dolor escrotal grave y fiebre durante 3 días. Niega sensibilidad perianal. Sus constantes vitales son presión arterial de 125/60 mm Hg, frecuencia cardíaca de 120 latidos por minuto, frecuencia respiratoria de 25 respiraciones por minuto y temperatura de 38.6 °C (101.5 °F). El escroto está extremadamente sensible a la palpación, está ennegrecido y es maloliente. La piel perineal y femoral adyacente presenta crepitación.

Otras presentaciones

En pacientes con afecciones, como una infección posquirúrgica, heridas de bala o de arma blanca o diabetes, los signos y síntomas tempranos de infección pueden no ser evidentes o pueden interpretarse de manera incorrecta. Por ejemplo, en pacientes con diabetes, el dolor puede estar reducido o ausente debido a una neuropatía en el sitio de la infección. En pacientes quirúrgicos, personas con lesiones traumáticas y pacientes en periodo posnatal, se puede suponer que el dolor es parte de la convalecencia normal en lugar de una infección aguda. La demora en el diagnóstico puede permitir que la enfermedad progrese a etapas avanzadas antes de iniciar un tratamiento.[5] En pacientes inmunocomprometidos, microorganismos atípicos pueden participar en la formación de gangrena. Por ejemplo, la celulitis gangrenosa mucormicótica se puede producir en pacientes con diabetes mellitus o en pacientes que reciben terapia inmunosupresora. Las esporas de las especies de Rhizopus pueden contaminar los vendajes oclusivos. Apophysomyces elegans puede infectar a pacientes con bacteriemia por Pseudomonas o con quemaduras térmicas.[1] Los pacientes con nefropatía crónica presentan una calcificación extensa de las arterias pequeñas del tejido subcutáneo y un marcado aumento del producto de fosfato cálcico (calcifilaxis), lo que puede contribuir al desarrollo de la gangrena al reducir el suministro de sangre a los tejidos.[14]

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