Criterios

Clasificación de Eron, 2003[2][78]​​

Clasifica las infecciones de la piel y los tejidos blandos en función de la gravedad de los signos locales y sistémicos, y de cualquier comorbilidad, para ayudar a orientar el tratamiento clínico.

Clase I: sin signos de toxicidad sistémica y sin comorbilidades no controladas.

Clase II: sistémicamente enfermo o sistémicamente sano, pero con una comorbilidad (p. ej., enfermedad vascular periférica, insuficiencia venosa crónica u obesidad) que puede complicar o retrasar la resolución de la infección.

Clase III: signos sistémicos significativos, como confusión aguda, taquicardia, taquipnea o hipotensión; comorbilidades inestables que pueden interferir con la respuesta al tratamiento; o una infección que amenaza las extremidades debido a un compromiso vascular.

Clase IV: sepsis o una infección grave potencialmente mortal, como la fascitis necrosante.

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