Prevención primaria
La prevención se basa en la difusión de los riesgos de las afecciones clínicas o traumatismos relevantes, y el control o la corrección de enfermedades o lesiones subyacentes.
La práctica estándar para la administración de vacunas contra la gripe, el COVID-19 y el neumococo a pacientes que presentan riesgo de desarrollar insuficiencia respiratoria (p. ej., pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica [EPOC], asma) junto con la creencia de que las vacunas pueden ayudar a prevenir la insuficiencia respiratoria en grupos vulnerables.
El abandono del hábito de fumar limita el avance de la disfunción de los pulmones en todos los pacientes con enfermedad pulmonar.[21]
Prevención secundaria
La monitorización y el manejo médico continuo de los pacientes que presentan una enfermedad pulmonar crónica relevante (p. ej., asma) ayudan a limitar las exacerbaciones agudas y reduce el riesgo de desarrollar una insuficiencia respiratoria.
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